Un bonito día, las emociones en el paraíso se reunieron; entonces bajó la luz y les dijo: -Buen día pequeñas, hoy les ensaré a jugar a las escondidas. Escojan a alguna que cuente hasta mil mientras las otras se esconden, y después salrá a buscarlas.
Así pues, las emociones decidieron que la Locura contaría, y comenzó el juego.
-1, 2, 3, 4, 5... 1000! dijo la Locura y emprendió su búsqueda.
La Locura llegó a un hermoso jardín de rosas donde por encima de su cabeza, miles de ramas se juntaban impidiendo ver el cielo. Escuchó un ruido y tomó una rama caída para empezar a buscar entre las matas sobre su frente.
De repente, unas gotas de un color carmín oscuro cayeron en su hombro, seguidas de unas mucho más claras y saladas.
Era el Amor, quien se había escondido ahí, y con la rama, la Locura le había arrancado los ojos.
Ésta, apenada, prometió cuidar del Amor para siempre y ser su guía.
Por eso se dice que el Amor es ciego, y está acompañado de la Locura.
Nota: Esta historia no es original mía, es algo que leí alguna vez en mi infancia y sentí la necesidad de narrarlo.
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