Introducción

"Escribo porque tengo que hacerlo, porque la escritura llega, no todo el tiempo y no muy seguido. Tiendo a escribir por rachas, entre meses en los que no escribo nada. ¿Tiene la poesía algún propósito? No, excepto el de satisfacer la necesidad del escritor. Pero la sociedad sería de lo más pobre si la poesía no existiera."

Nota: este párrafo no se me atribuye a mí, es de un escritor, pero no recuerdo su nombre.

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domingo, 12 de septiembre de 2010

Vivir.

Tocar guitarra hasta que mis dedos no alcancen, leer una biblioteca entera, pensar y filosofar, escribir y publicar mis pensamientos, irme al exterior, vivir en NY, Londres, París, Barcelona, LA, o donde se me dé la gana. Volverme punk y dejarme una cresta púrpura, volverme metalero y dejarme el pelo hasta los tobillos, después, cortármelo y dejármelo bien y tal vez pasarme al jazz y la cásica y alternativas suaves. Saltar de un edificio a otro, tirarme en paracaídas, quedarme en el campo escuchando música o hablando; ya sea con mi soledad o con quien la quiera exiliar. Componer sinfonías y canciones nunca oídas, ir a África, Asia, Europa, América entera, y Oceanía. Enamorarme. Amar y que me amen. Correr. Gritar. Saltar. Beber vinos de gama alta en Zurich, comer hot dogs en una esquina de Manhattan. Ver el atardecer en Athenas, disfrutar un fin de semana sin dormir en Ibiza, presenciar la aurora voreal. Ver un parto... bueno, tal vez eso no. Salvar una vida, plantar muchos árboles, montar en bicicleta por todo central park, hacer un dúo de guitarra española en una plaza de Madrid, permitir que mi voz se escuche, conmover a miles, desepcionar a pocos, ser más que una cara en la multitud, dibujar un bello paisaje con palabras, recitar una divina historia con sonidos. Creer. Soñar. Volar. Ver. Oír. Cantar. Caminar por una montaña helada y luego regresar a una cabaña cálida que pueda compartir con alguien o mucha gente. Dormir en el Amazonas en una casa indígena. Ir a un safari en Sudáfrica. Aprender a hablar francés. Usar los puntos y comas al azar y equivocadamente. Amanecer en un penthouse en Las Vegas y no recordar la noche anterior. Estudiar música en Nueva York, aprender sobre arte en Francia, tocar en un pub en Londres, y en un estadio en Berlín. Escribir poemas hermosos. Recitar anécdotas a mis hijos, sobrinos y nietos, escuchar las de mis padres, tíos y abuelos. Ver un fantasma e intentar que los otros me crean. Ser testigo de algo sobrenatural, impedir que me roben. Regalarle una flor a una vendedora de flores. Tocar guitarra en un metro y que la gente me pague no por lástima, sino porque les guste lo que esté haciendo. Ir más allá del límite, no descansar el séptimo día. Ayudar a alguien que lo necesite, que me ayuden si lo necesito. Ser barman, o no serlo, como sea, eso y más, es lo que quiero hacer.

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