Ay, cuando me atacan esas ganas..., esas que ponen a hervir mi sangre y que te empiece a mirar como una gacela indefensa; y te pase el brazo por el hombro y te susurre un par de cosas que pienso, -maquilladas, para que accedas-, a que mis brazos te besen, y mis labios te consuman; y que tu mirada me hipnotice, y tus piernas me amarren; y que mi lengua se abra paso y conquiste tu cuerpo intacto, imprimiendo mi nombre en tus muslos húmedos que piden a gritos que mi cuerpo esté tan adentro como está mi mirada en la tuya, tan arraigado como las ganas que tengo de ver cómo el placer te convierte en una criatura carnal, que solo busca el éxtasis y acercarse al paraíso por el instante en que mi cadera se agita con rapidez y mis dientes te muerden los pezones y tu tiras tu cabeza hacia atrás y gritas como si no hubiera mañana...
...y verte, mientras recupero la respiración, verte levantándote y poniéndote la ropa, pensando en cómo te la quitaré la próxima vez.